Un esposo nuevo

02.12.2011 00:18

 

Un esposo nuevo

Las fuertes gotas de agua que caían esa tarde se habían convertido en las baquetas que hacían sonar la batería del techo de zinc en la casa de doña Gertrudis. El día era frio, de la cocina salía el olor a cebolla y otros condimentos con los que preparaba el almuerzo para sus hijas, la olla pitadora empezaba  a expedir su aire y hacer su sonido característico convirtiéndose en el segundo instrumento de la orquesta que ya había empezado la lluvia. Mientras el almuerzo estaba en el fogón, Gertrudis se preparaba para irse a la clínica, esa tarde le darían de alta a su esposo quien fue internado hacía una semana debido a una afección cardiaca. Cuando está lista le dice a sus hijas que ahí está el almuerzo, que no lo vayan a dejar quemar y que hagan el jugo para que le guarden cuando ella regrese con papá. Toma su paraguas y sale, no está lloviendo tan fuerte piensa ese techo es muy escandalosos y continua con el paraguas abierto hasta que toma el bus que la deja enfrente de la clínica. Al llegar allí se acerca a la información y pregunta sobre la salida del señor Fermín Gómez. -¿El del trasplante de corazón? Dice la enfermera de la recepción. -¿trasplante? Pregunta Gertrudis extrañada. Sí, el médico decidió que era mejor hacer un trasplante, había un corazón de sobra para ser trasplantado y como el de su esposo no se encontraba muy bien se decidió hacer el cambio. La enfermera le indicó a Gertrudis la habitación donde reposaba su espos; cuando Gertrudis entró en el cuarto, el médico estaba haciéndole un chequeo a Fermín que se encontraba dormido.

-Buenas tardes doctor,

-¡ah! doña Gertrudis ¿cómo está?, aquí está su esposo sano y salvo para que hoy mismo lo lleve de nuevo a casa. El nuevo corazón le quedó perfectamente, el puño del dueño del corazón era del tamaño exacto al de don Fermín.

-pero doctor era tan grave lo que tenía mi esposo que le tuvieron que cambiar el corazón.

-pues no mucho, pero este nuevo corazón está en perfectas condiciones y creí conveniente ponérselo para que no vuelva a tener ninguna molestia cardiaca.

Salieron de la habitación y se dirigieron a la recepción para que Gertrudis firmara los papeles de la salida. Y aunque aun estaba atónita por la noticia del cambio de corazón de su esposo agradeció al doctor por el generoso acto del cambio del musculo.

Gertrudis sentada en la sala de recibo de pacientes esperaba a que una enfermera trajera a su nuevo esposo.

Cuando estuvieron allí, Gertrudis abrazó a Fermín y le dio un beso en la boca, pero él la saludo con cierta lejanía como si no hubiera sido ella quien días atrás lo había llevado allí por el dolor en su corazón. Gertrudis pensó que debía ser la anestesia y todos los medicamentos que le habían estado suministrando para mantenerlo estable.

El hombre del que habían extraído el corazón era joven, unos 20 años menor que Fermín, había muerto desangrado por una herida de puñal en su abdomen que le propició un deambulante nocturno que intentó robarle, por esto su corazón estaba en perfectas condiciones. Cuando llevaron al joven muerto a la clínica, la enfermera de la recepción no podía creer que era el hombre con el que hacía unos pocos meses se había casado y era el amor de su vida; sabiendo que todo lo hermoso que habían vivido y todo el amor que él sentía por ella se encontraba en su corazón, pidió al médico que le trasplantara el corazón de su esposo a Fermín que tenía una pequeña afección cardiaca, el doctor no se negó ni puso ningún tipo de resistencia al ver el dolor de la chica por la pérdida de su reciente esposo. Y aunque Fermín era muchos años mayor que el joven eso la tenía sin cuidado pues era sólo el corazón de su esposo lo que le importaba y este no tenía la edad de Fermín.

Cuando Gertrudis y Fermín se disponían a salir de la clínica, la enfermera abandonando su puesto en la recepción corrió a despedirlos. –don Fermín dijo con tono fuerte, el volteando enseguida la miró y sonrió muy tiernamente, esa sonrisa fue la que esperó Gertrudis cuando lo saludo con un beso en la boca. – ¿se siente usted completamente bien para regresar a casa?, -yo podría cuidarlo unos días más le dijo a Gertrudis, -no tendrá ningún costo, es sólo que un trasplante necesita de unos cuidados especiales y tengo los medicamentos y el tiempo para hacerlo. Gertrudis mirando a Fermín que no dejaba de mirar a la joven enfermera y sonreír acepto. Sin pronunciar una sola palabra, sacó su mano del gancho del codo de Fermín y se lo entregó a la joven seguramente como meses atrás su padre lo había echo en el altar entregándola a ella al ser con el que compartiría su vida hasta que la muerte los separara.

Gertrudis salió de la clínica tal como llegó, sola y con su paraguas, de afuera veía como él seguía sonriendo y caminando a paso lento un poco encorvado de la mano de su amor. Ella sabía que ya no era su esposo, que el cambio de corazón lo había convertido en un hombre diferente y que jamás lo volvería a ver.

Se fue a casa triste, seguía lloviendo, al llegar a casa sacó el jugo de la nevera se sirvió un vaso y se sentó en la sala a escuchar como la lluvia hacia una orquesta en el viejo techo de zinc de su casa. Lloró.