Un cuento parejo

22.09.2011 16:07

Tatiana Mosquera

 

En una casa pequeña vivía un gigante muy alto, el cual se sentaba en una silla muy chica a tomar el té.

Su mejor amigo, tenía una cabeza tan redonda como el cuadro de una ventana y en el interior de su cabeza tenía su cuerpo, su corazón era plateado y redondo como un taco de billar, sus ojos eran parejos, uno era largo y el otro más largo que el otro, sus ojos giraban y al girar emitían un ruido extraño, esto le causaba risa al gigante alto que vivía en la casa pequeña y siempre que quería reír llamaba a su amigo, este se montaba en una escalera de dos peldaños que le llegaba al gigante alto al talón de su pie izquierdo y llegaba al oído del gigante alto que vivía en la casa pequeña, el gigante alto lo miraba fijamente a los ojos y con solo ver el movimiento de estos soltaba una carcajada tan silenciosa que toda la aldea donde vivía se estremecía con este ruido. La tasa donde el gigante alto tomaba el té era más grande que el gigante alto, y el platico donde la ponía era más chico que la silla donde se sentaba el gigante alto. El amigo del gigante alto le gustaba jugar mucho con él  pues este lo alzaba y lo ponía sobre su hombro derecho y allí el amigo se sentía tan arriba que casi podía tocar el suelo. El sonido de los ojos del amigo del gigante alto era tan fuerte como un trueno que nadie escuchaba ni siquiera el gigante alto cuando se montaba en la escalera de dos peldaños para llegar a su oído.

Cuando llego la noche con su sol resplandeciente se fueron a despertar cada uno en su cama y al día siguiente cuando llegó el rocío de la tarde el gigante alto que vivía en la casa pequeña y su amigo de los ojos parejos durmieron en el día oscuro mirando el resplandor de la luna llena.